PINTOR DE BROCHA GORDA.
Por Lumpen Chirrete.
Esta Amazonia confirma una vez más lo que uno siempre presintió cuando se quiso formar supuestamente en cosas que sirven como la agronomía, la veterinaria, la zootecnia o, llevandole la contraria a la señora madre, "antropólogía" y sus ciencias menores, como la "sociólogía" o “cienciopolítología”: el gran botín, estimados lectores y amables lectoras, nunca lo hallarán en la sección “ciencia social” de su carrefur mas cercano. El becerro de oro de la antropología está hipotecado en el marketing, la danza de los millones está en calmar los deseos, en vender baratijas a toda la guacherna alicorada. A pesar de esas advertencias, y del pálido horizonte financiero, uno insiste con empecinado delirio que hacer antropología puede servir para resolver problemas. Que sí, que si hay experiencias exitosas, vuelve uno a pensar, que se extirpó -¿gracias a la antropología?-la idea de razas superiores, que los habitante de las selvas de la Amazonia -¿gracias a la antropología?-ya no son concebidos ni intervenidos como adornos del paisaje, que se respetó -¿gracias a la antropología?-el consumo de coca y ayahuasca entre la llamada gente de ambil, que se demostró que ser negro -¿gracias a la antropología?-no es poseer una animalidad de mico chamuscado, sino purito colonialismo, y así, queda uno como revitalizao, que sí, que sí hay razones para los renunciamientos, que si vale la pena sacrificarse, que voy a esperar un tantito, que llegará el día antes del armagedón, en que todas esas vilezas serán desterradas......y en esas se la pasa uno, que el paisano uitoto está enfermo, pero hay que esperar, que doña Otilia se quiebra la espalda sacando yuca pa’vender fariña, pero eso algún día con la sarta de conceptos irá a mejorar. Y como no faltan los maniáticos post-estructuralistas, uno vuelve a perder ánimos, entonces llegan a decirle a uno, "Parce, es que cambiando el discurso se cambia la realidad.....que hay que hacer una insurrección discursiva.....que hay que corregir el régimen de representación que nos gobierna" y así, jueputa!!!, vuelve uno al desencanto, porque es el colmo de la impostura esa ficción postestructuralista, esa maraña de calumnias. Pero como uno está bautizao dizque con la lógica dialéctica, empieza uno a creer en la segunda llegada del santísimo sacudimiento histórico, como el que despachó pa' la otra orilla del atlántico a los ibéricos, y vuelve esa equivocada idea de esperanza. Que hay ejemplos históricos, otra vez los putos ejemplos, que qué hubiera pasado si Cervantes se hubiera vendido a la corona por unos metales, si Yeims Yois (James Joyce) no hubiera dedicado su vida a Ulises y se hubiera puesto a rebuscarse el pan, si Marx se hubiera puesto como contador de textileras inglesas pa’tener con qué curarse las pústulas en su ano, entonces ahí se pone uno a azotar a ese burócrata que lleva dentro, a ese rufián, a ese mercachifle codicioso que está siempre a la espera de ofertar retruécanos maquillados de ciencia. Pero entonces queda uno temiendo por creer que hay que amamantarse de la dificultad, la penuria, el fracaso, la injusticia, que hay que interponer rebeldía, desobediencia, creatividad, imaginación, haciendo la vida a punta de desafiar las desventuras....y así vive uno creyendo que hay razones para los renunciamientos...haciendo su vida, la vida....
Esta Amazonia confirma una vez más lo que uno siempre presintió cuando se quiso formar supuestamente en cosas que sirven como la agronomía, la veterinaria, la zootecnia o, llevandole la contraria a la señora madre, "antropólogía" y sus ciencias menores, como la "sociólogía" o “cienciopolítología”: el gran botín, estimados lectores y amables lectoras, nunca lo hallarán en la sección “ciencia social” de su carrefur mas cercano. El becerro de oro de la antropología está hipotecado en el marketing, la danza de los millones está en calmar los deseos, en vender baratijas a toda la guacherna alicorada. A pesar de esas advertencias, y del pálido horizonte financiero, uno insiste con empecinado delirio que hacer antropología puede servir para resolver problemas. Que sí, que si hay experiencias exitosas, vuelve uno a pensar, que se extirpó -¿gracias a la antropología?-la idea de razas superiores, que los habitante de las selvas de la Amazonia -¿gracias a la antropología?-ya no son concebidos ni intervenidos como adornos del paisaje, que se respetó -¿gracias a la antropología?-el consumo de coca y ayahuasca entre la llamada gente de ambil, que se demostró que ser negro -¿gracias a la antropología?-no es poseer una animalidad de mico chamuscado, sino purito colonialismo, y así, queda uno como revitalizao, que sí, que sí hay razones para los renunciamientos, que si vale la pena sacrificarse, que voy a esperar un tantito, que llegará el día antes del armagedón, en que todas esas vilezas serán desterradas......y en esas se la pasa uno, que el paisano uitoto está enfermo, pero hay que esperar, que doña Otilia se quiebra la espalda sacando yuca pa’vender fariña, pero eso algún día con la sarta de conceptos irá a mejorar. Y como no faltan los maniáticos post-estructuralistas, uno vuelve a perder ánimos, entonces llegan a decirle a uno, "Parce, es que cambiando el discurso se cambia la realidad.....que hay que hacer una insurrección discursiva.....que hay que corregir el régimen de representación que nos gobierna" y así, jueputa!!!, vuelve uno al desencanto, porque es el colmo de la impostura esa ficción postestructuralista, esa maraña de calumnias. Pero como uno está bautizao dizque con la lógica dialéctica, empieza uno a creer en la segunda llegada del santísimo sacudimiento histórico, como el que despachó pa' la otra orilla del atlántico a los ibéricos, y vuelve esa equivocada idea de esperanza. Que hay ejemplos históricos, otra vez los putos ejemplos, que qué hubiera pasado si Cervantes se hubiera vendido a la corona por unos metales, si Yeims Yois (James Joyce) no hubiera dedicado su vida a Ulises y se hubiera puesto a rebuscarse el pan, si Marx se hubiera puesto como contador de textileras inglesas pa’tener con qué curarse las pústulas en su ano, entonces ahí se pone uno a azotar a ese burócrata que lleva dentro, a ese rufián, a ese mercachifle codicioso que está siempre a la espera de ofertar retruécanos maquillados de ciencia. Pero entonces queda uno temiendo por creer que hay que amamantarse de la dificultad, la penuria, el fracaso, la injusticia, que hay que interponer rebeldía, desobediencia, creatividad, imaginación, haciendo la vida a punta de desafiar las desventuras....y así vive uno creyendo que hay razones para los renunciamientos...haciendo su vida, la vida....