EDUCACIÓN Y SEGURIDA
Por Nacho, el facho.
Hay que hablar claro y duro, para que esa guachafita de terroristas ilustrados que se atreven a infiltrar el sacrosanto campus universitario sean extirpados de una buena vez por todas de raíz. Bienaventuradas las intenciones del Vicerrector general sobre la prístina colaboración que se espera entre la institución y la Fuerzas del Orden. Quedamos a la espera de ver materializados en hechos las estrategias que Moisés ha propuesta coordinar con los organismos de inteligencia. Es que las protestas son el máximo colmo al que hemos llegado. ¿Habrá siquiera derecho, Dios mío, que alguien en este país se proteste de forma violenta? Señores: este es un estado de derecho y de gente de bien. El respeto a las tradiciones, la familia y la propiedad está consagrado por nuestra carta magna, a pesar de desviaciones tales como la tutela o los ilegítimos derechos de las minorías. La protesta no tiene lugar cuando la gente en este país ha podido votar libremente, cuando la institucionalidad reina en nuestros campos, en nuestras ciudades. Aquellos que intentan empañar la santa cruzada de nuestros gobernantes para recuperar el país de las garras del terrorismo o suelen recurrir a las mas sucias estrategias, de tal suerte que corren oscuras denuncias sobre el inexistente concubinato entre paramilitarismo y política y sobre un supuesto asesinato político de un estudiante inmiscuido en oscuras pretenciones. Ese joven fue asaltado, seguramente por aquellos delincuentes que protestan por su muerte para asi tener otra excusa con la cual demeritar del régimen. Deben finiquitarse las protestas y los revoltosos. Además, esas protestas hacen mucho ruido y deterioran la calzada de la universidad y imagen institucional. Que cesen ya esas subversivas escaramusas que siembran de terror el centro capitalino. No da mas espera que la fuerza pública controle de una vez por todas las manifestaciones terroristas que critican al Estado y su institucionalidad. Aquellos que creen que para disentir, para debatir libremente, para expresarse y otras vagabunderías necesitan hacerlo en un lugar libre de nuestras constitucionales y siempre honrosas fuerzas militares, pues muy equivocados que están. Que sepan que en este país no hay conflicto social, no hay conflicto armado. Las libertades están garantizadas, y ante la amenaza terrorista y sus secuaces solo queda responder con fuerza.
Hay que hablar claro y duro, para que esa guachafita de terroristas ilustrados que se atreven a infiltrar el sacrosanto campus universitario sean extirpados de una buena vez por todas de raíz. Bienaventuradas las intenciones del Vicerrector general sobre la prístina colaboración que se espera entre la institución y la Fuerzas del Orden. Quedamos a la espera de ver materializados en hechos las estrategias que Moisés ha propuesta coordinar con los organismos de inteligencia. Es que las protestas son el máximo colmo al que hemos llegado. ¿Habrá siquiera derecho, Dios mío, que alguien en este país se proteste de forma violenta? Señores: este es un estado de derecho y de gente de bien. El respeto a las tradiciones, la familia y la propiedad está consagrado por nuestra carta magna, a pesar de desviaciones tales como la tutela o los ilegítimos derechos de las minorías. La protesta no tiene lugar cuando la gente en este país ha podido votar libremente, cuando la institucionalidad reina en nuestros campos, en nuestras ciudades. Aquellos que intentan empañar la santa cruzada de nuestros gobernantes para recuperar el país de las garras del terrorismo o suelen recurrir a las mas sucias estrategias, de tal suerte que corren oscuras denuncias sobre el inexistente concubinato entre paramilitarismo y política y sobre un supuesto asesinato político de un estudiante inmiscuido en oscuras pretenciones. Ese joven fue asaltado, seguramente por aquellos delincuentes que protestan por su muerte para asi tener otra excusa con la cual demeritar del régimen. Deben finiquitarse las protestas y los revoltosos. Además, esas protestas hacen mucho ruido y deterioran la calzada de la universidad y imagen institucional. Que cesen ya esas subversivas escaramusas que siembran de terror el centro capitalino. No da mas espera que la fuerza pública controle de una vez por todas las manifestaciones terroristas que critican al Estado y su institucionalidad. Aquellos que creen que para disentir, para debatir libremente, para expresarse y otras vagabunderías necesitan hacerlo en un lugar libre de nuestras constitucionales y siempre honrosas fuerzas militares, pues muy equivocados que están. Que sepan que en este país no hay conflicto social, no hay conflicto armado. Las libertades están garantizadas, y ante la amenaza terrorista y sus secuaces solo queda responder con fuerza.