Tantos muertos, tanto olvido.

Por Becerro Profano.

Ya quisiera poder decir que lo leí en un periódico o un medio independiente del poder político y económico que desde siempre ha dirigido el país. Pero no fue así, y no es que este “mal” pero mejor habría sido leerlo en un medio independiente, periódico o revista, que la izquierda ubiese podido construir. Leí en Semana un artículo sobre el noveno aniversario del asesinato de Jesús María Valle, un paisa berraco defensor de los derechos humanos acusado por nuestro flamante presidente, cuando oficiaba como presidente (según el articulo mencionado) de ser enemigo de las fuerzas armadas. Denunció y denunció los vínculos entre el Ejercito y los paramilitares, y pues como era de esperarse lo mataron en su oficina. Pierde uno la cuenta de los muertos y se diluye en la memoria la injusticia. Recuerdo que estaba en mi colegio en Medellín cuando me enteré que habían matado a otra persona. Como lo escribió el abadfaciolince en su libro, donde cuenta la historia de su papá también asesinado. Muchas personas suelen decir “si lo mataron fue por algo”. Mas o menos así pasó, para no irnos tan lejos (..), el año pasado cuando la policía asesinó al compañero Oscar Salas en un tropel en la Nacional. La versión oficial supone que una papa-bomba le explotó al lado y una esquirla de canica se le incrusto en la cabeza. No creo haya sido así, pero dicha versión no solo sirvió para desacreditar mas la protesta en la universidad sino también para que nuestro flamante exvicerrector y dictador de clase no grato en sociología, Alesis de Greiff, hubiese publicado una columna en el tiempo donde decía, palabras mas palabras menos, lo mataron sus propios compañeros y además eso le pasa por meterse en esos cuentos. Es decir, “si lo mataron fue por algo”. De eso hace un año, y ni siquiera los compañeros cercanos de Oscar, los que tropeliaban ese día, han hecho cosas para que su muerte no se unda en la injusticia del pasado que todo olvida y en la inmoralidad del presente donde cualquier muerte, amenaza o destierro se explica con el genérico “si le paso eso fue por algo”.
No creo que se trate solo de tener un santoral de muertos para recordar todos los días. Es importante, y espero que ante el primer aniversario del asesinato de Oscar algo se haga, una jornada de reflexión y denuncia (no solo otro tropel para recordar al compañero caído en otro tropel…) y no pase como pasó con la muerte de Carlos Giovanni (¿sabe ud. quien fue Carlos?) y con la muerte de otras tantas y tantos que se han propuesto como proyecto de vida el transformar nuestra realidad, plagada de injusticias, inequidades y exclusiones. ¿Con que fin? Con el fin de que sus muertes no queden en vano y su recuerdo, sus enseñanzas, su ejemplo y su tarea por cumplir no queden enterradas con ellxs en un cementerio o fosa común, o en el río Cauca o Magdalena.
No soy un teórico de la justicia, y de la tan de moda memoria, pero la impunidad moral que en nosotrxs se reproduce al vivir normalmente la vida universitaria el día en que mataron al Oscar, y los meses que le han seguido, es reprobable. Que el día de su aniversario los estudiantes de esta universidad que lamentan la muerte de sus compañerxs se levanten en sus clases y propongan un debate sobre el país en que vivimos, la universidad que tenemos; que preparen jornadas de expresión y protesta, de discusión y recuerdo.
No quiero ser cómplice del silencio, y en el silencio….

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