Revisionismo higiénico

Porque lo vimos lo juramos, así que que pena con la mala prensa pero los traumas de nuestro amigo maoísta, la compañera anarquista y la nostálgica camilista aun no se superan con lo que vieron en ese caro y aborrecible restaurante llamado popularmente por sus bajos costos ( y es ironía, son unos rateros) “la burguesa”.
Bonito escribir sobre ese ejemplo de fraternidad y unidad. ¿Acaso no se queja y patalea este pasquín en contra de los fracasados procesos de unidad en la Universidad? Pues vea, gente de varias corrientes se reúnen a almorzar en un sitio caro. Consecuencia política, le llaman. Ya quisiera uno que se hubieran reunido a almorzar en una cafetería pública pero no, de eso no se habla porque esa noe s la universidad moderna y en los 70’s los jibaros y guerrilleros convirtieron es en un chochal y bien merecido tenemos el castigo que heredamos. Tanto como que todos nacemos pecadores pero tranquilos, que cristo nos salvará. ¿Será el movimiento estudiantil nuestro cristo? Ya quisiera, pero aunque me gusta la teología de la liberación soy mas bien atea y no creo en cristo ni el movimiento. El entumecimiento Estudiantil deberían llamarlo. Eso de movimiento mas bien pocón.
Pero todo bien, que lo que quería hablar s que el muchacho y las muchachas después de disfrutar su caro almuerzo se acercaron a la caja a pagar su caro almuerzo y oh, que sorpresa, una cucaracha caminaba impune, soez y orgullosamente por inmediaciones de la caja y el señor cajero. La sorpresa y aprehensión del amigo maoísta saltó inmediatamente: “compañero cajero, un aborrecible insecto, mezquino en su esencia como las cadenas que nos oprimen, camina sinuosamente cerca de las arcas donde ud. deposita aquella ganancia que representa la plusvalía relativa arrebatada a sus empleados y la plusvalía absoluta que quedara al final de la jornada”. Si no entendió ni jota de lo dicho anteriormente, metase a una clase de nuestra amiga Laura Moisa en economía, que entre chisme y chanza le enseña que quería decir el Lenin de aquello que pretendía decir Marx y que solo un maoísta tan diestro y presto como este compañero, asqueado por ver caminar en el restaurante caro donde suele almorzar, una inmunda cucaracha.
El señor cajero ni se inmutó. El capitalista no se inmuta ante la desfachatez de la plusvalía absoluta, la relativa y ni que decir de las cucarachas, o los sindicatos. En nuestro país el sindicalismo es atribuible a a una afrenta moral, cuando no a un delito. Y las cucarachas en el restaurante de marras a un bicho que se mata con el dedo. Dedo que luego se limpia en la solapa de la camisa sin pudor alguno.
Así hizo el señor cajero, enfrente de de nuestro traumado maoísta y ante la indignación de las compañeras que le acompañaban.
Pagaron su almuerzo, juraron no volver y siguieron su camino, reflexionando sobre la plusvalía, e valor de cambio, la conciencia de clase, el próximo parcial de laura y lo asquerosas que son las cucarachas.
Yo no hubiera pagado.

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